Si nos fijamos en las banderas de los estados independientes y en las de naciones sin estado, todavía no reconocidas, en muchas menudean estrellas. De todos estos estados independientes, el más antiguo de todos, donde figura un triángulo y una estrella, es Cuba, antigua colonia española hasta el año 1898. La lucha de Cuba por su independencia era ya seguida con atención por los catalanistas del siglo XIX. La simbología de los cubanos insurgentes influyó decisivamente en los independentistas catalanes que residían en la isla.
Una vez acabada la guerra de Independencia de Cuba, se creó, en Santiago, en el año 1906, el Centro Catalanista de Santiago, dónde ya se podía ver un primer apunte de la futura bandera catalana estelada: En medio de una señera, encima mismo de las cuatro barras, lucía una estrella blanca de cinco puntas. Tomando pues como modelo la bandera de Cuba, Vicenç Ballester, impulsó el diseño definitivo de la bandera del triángulo y la estrella.
El hecho llevar una estrella y un triángulo no es un hecho casual. La simbología del la estrella solitaria simboliza la libertad, y en la bandera, la independencia del país que representa. El triángulo equilátero representa la estabilidad y la simplicidad. Tradicionalmente, es el símbolo de la divinidad. Las sociedades masónicas la emplean a menudo en su iconografía simbólica.
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